Tunguska

Mucha gente no lo sabe, pero a las 7:17 del 30 de Junio de 1908, nuestra vida estuvo a punto de cambiar radicalmente.

A las 7:17 del 30 de Junio de 1908 el aire se volvió fuego sobre la región de Tunguska, en Siberia. Algo detonó en el cielo de esta remota y deshabitada área arrasando la vida animal y vegetal en un radio de más de 2.000 km de la tundra. La explosión se oyó hasta 800 km del epicentro y los efectos de la onda expansiva se sintieron a 600 km, donde se rompieron ventanas y se volcaron los coches de caballos y tumbaron personas. Los sismógrafos de de Irkurst y Tifilis (Georgia) y hasta una estación barográfica en Reino Unido registraron el acontecimiento y durante varios días el cielo estuvo dotado de cierta fluorescencia que incluso permitía ver perfectamente por la noche en Europa (fotos de la época muestra a gente leyendo el periódico en plena noche sin necesidad de encender luces en las calles de Londres) y algunas zonas del continente americano.


Cuando llegaron a la zona del origen de la explosión se encontraron con que no había cráter alguno.

Hay muchas teorías sobre lo que ocurrió, pero las investigaciones llevadas a cabo desde entonces apunta a que un cometa de hielo explotó a entre 5 y 10 km del suelo con una potencia 1.000 veces mayor que una bomba atómica. Se piensa que era de hielo porque, hasta el día de hoy, no se ha encontrado ningún fragmento. Estiman que debió de tener unos 80 metro de diámetro.


Si el cometa hubiera impactado en el suelo habría sido una catástrofe de proporciones bíblicas. Quizá no habría sido una extinción masiva como la que acabó con los dinosaurios pero, con total seguridad, hoy la vida sería bastante distinta.


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